Cristina Diaz, periodista y amiga nuestra, nos brinda con mucha generosidad de su parte un articulo suyo sobre "copas menstruales" escrito especialmente para Vivir Verde .
No creo que deba añadir nada mas que: Gracias Cristina! a montar el club anti-evax....
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Ser mujer no es un drama
La industria de la higiene femenina lleva años empleando dos estrategias para llevar al huerto del consumo a las mujeres. Por un lado, están los que tiran por el escapismo y parecen asegurar que la menstruación es algo chachi-piruli gracias a sus productos. En el otro lado del cuadrilátero encontramos a los seguidores del concepto “odor-control”, que parecen insinuar que el periodo y (desde el descubrimiento del “protegeslip” en general el sexo femenino) es algo cuanto menos vergonzante.
Cualquier mujer con dos dedos de frente ha sentido vergüenza ajena ante esos mensajes que se cuelan en nuestro inconsciente a través de los medios de comunicación. La regla forma parte de la vida de la mujer y no es ni incómoda ni algo de que avergonzarse, como no lo es comer (bueno, en los tiempos que corren eso daría para otro post...) o respirar. Sin embargo la industria de la higiene femenina parece empeñarse en todo lo contrario. Los adminículos que uno encuentra en el supermercado para “esos días del mes” suelen basarse en la absorción. Artículos realizados en celulosa o derivados plásticos que, de forma externa o interna, empapan el flujo menstrual. Resultados:
En términos prácticos, tienen una capacidad limitada y, en muchos casos, insuficiente que crea problemas a las mujeres (como manchas en la ropa y similares accidentes que todas hemos sufrido en alguna ocasión).
En cuanto al dinerito, pues la verdad es que tener la regla se ha convertido en un auténtico lujo. Los productos son cada vez más sofisticados (sólo en aspectos superficiales de diseño y packaging) y desarrollan campañas publicitarias más complicadas.
Estos productos estaban considerados artículos de lujo hasta 2003 y, por lo tanto, gravados con un 16% de IVA. Ahora tienen el estatus similar al de los medicamentos, con un 7% (siguen sin ser considerados, eso sí, “artículos de primera necesidad, como los alimentos, con un 4% de impuestos). Curiosamente, cuando se redujo el IVA, la Oficina de Consumidores y Usuarios (OCU) realizó un estudio y comprobó como, lejos de abaratarse, el precio final de estos productos aumentó en un 0'8% para las usuarias. Es decir, menos impuestos y mayor precio, más beneficios para la industria... Basta una vuelta por el supermercado más cercano para ver que, con esos precios, va a ser difícil encontrar en dinero a final de mes para poder nadar, montar a caballo, llevar minifaldas, ir de excursión con las amigas y todas las demás actividades que teóricamente, nos permiten hacer los tampones.
En términos ideológicos, problematizan la regla, puesto que las usuarias no tienen conciencia del volumen real de flujo (todas pensamos que tenemos el peor periodo del mundo) sino que ven un montón de celulosa empapada, creando una percepción desproporcionada de la sangre que se expulsa durante esos días. En el caso de las compresas, además, llevamos pegada al cuerpo material, digamos, biológico en contacto con el aire, de manera que los olores, no tardan en llegar. Todo ello convierte algo natural en un drama, en un hecho del que avergonzarse y, algo menos que una lacra de la que “nadie debe darse cuenta”.
Y, el caso que nos ocupa: la cosa verde. Obviamente, nos obliga a utilizar productos de un solo uso, que tienen efectos nocivos sobre el medio ambiente. Según hemos podido leer, una mujer durante su edad fértil desecha más de 10.000 compresas y tampones. Un porrón de residuos que se nos aparecen como inevitables. Por otra parte, aunque las compañías nos aseguran que sus productos son del todo inocuos, sabemos que están blanqueados con cloro y que una parte de las fibras que lo componen se quedan en nuestro cuerpo. Además, son taaan absorbentes que provocan sequedad vaginal, aumentando el riesgo de infecciones. Sin olvidar ese fantasma que aparece en los propios folletos, “el síndrome de shock tóxico”, un nombre tan grandilocuente como ambiguo que señala la posibilidad de una infección por una bacteria, como quien no quiere la cosa...
Pero amigas (y amigos con amigas y sensibilidad medioambiental) ya es posible despreocuparse de la regla y que ocupe el lugar exacto en la vida de la mujer. Ya podemos gritar ¡chúpate esa, Evax! ¡hasta nunca, Tampax! Y saludar a un nuevo periodo más amigable con el entorno y, sobre todo, con nuestro propio cuerpo. Desde hace un par de meses (leáse, dos reglas) soy una feliz usuaria de la copa menstrual (en mi caso, Lunette, aunque en el mercado es posible encontrar, con ciertas dificultades, un buen paseo y la ayuda de Google, otras variantes y marcas comerciales).
La copa menstrual es un dispositivo en forma de, bueno, copa, de unos cinco centímetros de alto y otros tantos de diámetro, realizado en látex o silicona. Al estar hecha de estos flexibles materiales, la copa de dobla y se introduce en la vagina. Una vez en el interior, recupera su forma inicial y se sella como las paredes vaginales, impidiendo que el flujo salga del cuerpo. A diferencia de los productos que antes describíamos, no absorbe el flujo, sino que lo recoge hasta su vaciado posterior en el WC, que puede ser en periodos de hasta 12 horas. No es un producto de un solo uso, al contrario, es sorprendentemente durable, ya que si lo cuidamos bien (esterilizándolo en agua hirviendo y guardándolo debidamente) puede durar hasta 10 años. Los lectores habituales de este blog sabrán que eso se traduce en menos consumo (menos materiales, menos energía en transporte y almacenaje y un largo etc.) y menos residuos para este planeta nuestro.
Pero hay más ventajas. La copa menstrual cuesta aproximadamente 30 euros que, y he hecho las cuentas, se traduce en un gasto de unos 25 céntimos por regla (una caja de 30 tampones de las marcas más conocidas cuesta entre 3 y 5 euros). Como hemos dicho, están realizadas en materiales sintéticos que no dejan rastro en nuestro cuerpo y como no absorben el flujo, tampoco alteran la lubricación natural de la vagina. Por si esto fuera poco (¡no sé cómo no habéis saltado de la silla a comprar una YA!) os diré que a mí me ha supuesto una comodidad y confianza que no había conseguido con los tampones y compresas de las marcas comerciales (por mucho que en sus campañas publicitarias se les llene la boca con esos conceptos). Con la copa menstrual desaparecen casi completamente los “accidentes”. Además, como el flujo permanece en el interior de tu cuerpo, con la copa menstrual también se acaban los olores indeseables.
Sé que muchos pensáis a estas alturas que soy una feminista recalcitrante que ve conspiraciones machistas por doquier. Pues sí, tenéis razón. Por eso os recomiendo que os saltéis este párrafo si, a diferencia de servidora, no sentís los tentáculos del patriarcado acechando en todas partes. Cómo contaba al inicio de este absurdamente extenso post, las compresas y tampones parecen lanzar un mensaje de la regla como algo sucio (esa idea de “higiene femenina”...). Algo que tiene que desaparecer, debidamente envuelto, para no ser visto nunca más. De ahí que “sólo” se puedan utilizar productos desechables, no mancillados por esa maldición femenina. Llevado a la realidad, es bastante común que, mujeres hechas y derechas, sólo puedan usar tampones con aplicador porque la idea de tener contacto con el flujo y su propia vagina les da, digamos, cierto repelús. Así que cuando les cuentas la existencia de la copa menstrual ponen caras de asquito. No me malinterpretéis, mi vida diaria no es una performance feminista de los setenta, de exaltación de la menstruación y la sangre como símbolo del poder creador de la mujer. Dios me libre de enarbolar tales discursos a estas alturas del campeonato, pero sí que os puedo decir que con la copa menstrual se acaba teniendo una idea más equilibrada, más natural y menos dramática, del ciclo menstrual y de tu propio cuerpo. Y dados los mensajes con los que nos machacan a las mujeres a diario los medios de comunicación, eso no es moco de pavo. Si además te ahorras un montón de dinero y te puedes permitir afirmar que los ridículos mensajes de Evax, esta vez sí, no se dirigen a ti, pues mejor que mejor.
Para saber más:
* La wikipedia tiene una extensa entrada sobre la historia y ventajas de las copas menstruales.
http://en.wikipedia.org/wiki/Menstrual_cup
* En Treehugger encontraréis una guía para “reverdecer” vuestros cuidados personales que incluye, además de la copa menstrual, compresas y tampones de un solo uso, orgánicos y no blanqueados con cloro, o compresas reutilizables.
http://www.treehugger.com/files/2007/01/how_to_green_womens_personal_care.php
*Marcas de copas menstruales de venta en España (si conocéis alguna más, indicadlo en los comentarios...):
- Mooncup
http://www.mooncup.co.uk/menstrual_cup_la_copa_menstrual_en_espanol_espana.htm
- Diva Cup
http://www.divacup.com/sp/inicio.html
- Lunette (¡la mía!)
http://www.lunette.fi/en/products/cup.php
* En el portal de maternidad “verde” Renacuajos (aunque más orientado a los productos infantiles), hay una guía de venta de Mooncup y similares en todo el país.
http://renacuajos.com/index.php?main_page=infopages&pages_id=5
Cristina Diaz
martes, 15 de abril de 2008
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